Montañismo y concentración
"La concentración lúcida conforme al objetivo; he aquí, pues, otra cualidad que la práctica del montañismo despierta y estabiliza, hasta el punto de transformarla, en muchos casos, en manera natural de ser, en una especie de habitus. Quien, en una travesía sobre una cresta de hielo, piensa en algo que no sea el siguiente paso que deberá dar con sus crampones, o quien, en una escalada, se deja dominar por el pensamiento del peligro y deja que su imaginación se ocupe del vació sobre el cual pende, en vez de fijar su espíritu en la rápida y exacta solución de los diversos problemas del peso, del equilibrio, del apoyo idóneo, ese hombre, una vez haya terminado la aventura, difícilmente vuelva una segunda vez a la montaña. En cambio, volver a ella, afrontar y amar los mismos riesgos, dominar la técnica necesaria, significa dar una cierta forma al propio ser, forma que, de nuevo, en muchos no deja de repercutir también en el comportamiento general de cada día".
[Julius Evola, Meditaciones de las cumbres, Ediciones Nuevo Arte Thor, Barcelona, 1978, pp. 35-36].
(Ilustración de Ernst Platz).