Pahlivân

Pahlivân

“Su cuerpo férreo, estampa indómita

y musculatura maciza eran el emblema

del vigor de su fe, de la misma manera

que sus ejercicios deportivos eran la expresión

de vivencias y formas espirituales profundas”.

Juan Goytisolo ('Los Atletas de 'Alî')

PAHLIVĀN

PAHLIVĀN. Del persa pahlivān: caballero, héroe, luchador / Practicante de zūrjāne ('casa de fuerza' en persa), antiguo arte marcial persa / En turco, pehlivan. Practicante de yağlı güreş, lucha tradicional turca / Blog sobre deporte y tradición, dirigido y fundado por Halil Bárcena, doctor en filología árabe, escritor y director del Institut d’Estudis Sufís de Barcelona (Catalunya), el mes de marzo de 2014. Información: sufismo786@yahoo.es

viernes, 20 de marzo de 2015

Correr: hedonismo y ascetismo

El corredor de fondo: 
un hedonista, un asceta

"En el alma del corredor de fondo hay, paradójicamente, dos figuras bailando: un hedonista y un asceta. Hay, por un lado, un ser que desea disfrutar de la naturaleza, del sol, de los prados, de la luz, del canto de los pájaros, del rumor de las hojas, del silencio de los caminos boscosos; alguien que busca el placer, un hedonista. Pero, a la vez, hay un ser que se trasciende, que siente el anhelo de superarse, de cruzar límites, de ponerse a probar, de traspasar fronteras que solamente él conoce y que no están pintadas en ningún mapa. Eso es un asceta.


El asceta asciende, se eleva, indaga lo que no sabe, busca lo que aún no conoce, se entrega a fondo, incondicionalmente, sin esperar nada a cambio, gratuitamente, en un acto de comunión profunda con el misterio del mundo. Está dispuesto a sufrir para elevarse y a trascender sus límites; está dispuesto a hacer grandes sacrificios, a renunciar a toda clase de comodidades y de bienes para hacer realidad su sueño".

[Francesc Torralba, Córrer per pensar i sentir, Angle, Barcelona, 2015, p. 32].
     

lunes, 16 de marzo de 2015

Bases éticas del rugby

Bases éticas del rugby

"A partir de la celebración de la primera edición del Mundial de Rugby, en 1987, los cambios se precipitaron. Los jugadores se profesionalizaron, los clubes empezaron a ganar protagonismo, la IRB [International Rugby Board] aceptó la admisión en su seno de países a los que había rechazado repetidamente durante tiempo inmemorial y su actuación se adaptó a los cánones dominantes. El dinero de la televisión y de los patrocinadores fluyó de forma importante y, sin renunciar a sus fundamentos, el rugby se convirtió en un deporte mucho más homologable y globalizado (...). Sin embargo, resultaría una completa injusticia asegurar que estos cambios han afectado profundamente a las esencias del juego. Los largos años de fair play deportivo dejaron un sedimento cultural que ha durado hasta ahora. 


Durante mucho tiempo se creyó que el delicado equilibrio entre educación deportiva y violencia que se producía en un campo de rugby podía romperse con la aparición del dinero. En otros deportes con mucho menos contacto físico, la profesionalización había provocado un acrecentamiento evidente del nivel de agresividad (...). Nada de eso sucedió. Las muy consolidadas bases éticas del juego, la escrupulosa educación deportiva de sus practicantes y las exigencias del propio público, nada dispuesto a aceptar que la victoria deba conseguirse a cualquier precio, sirvieron para que el cambio fuese modélico y nada traumático. Todos los estamentos del juego han sabido durante este período de cambio ser fieles a la historia del rugby".

[Albert Turró, El tercer tiempo. Todo lo que hay que aprender de rugby mientras se beben unas cervezas, Saga, Barcelona, 2010].    

lunes, 2 de marzo de 2015

Quebrar el cuerpo, alzar el espíritu

Quebrar el cuerpo, alzar el espíritu



"Dice el sabio sufí Mawlânâ Rûmî (m. 1273): "Cuando el cuerpo se quiebra, el espíritu levanta la cabeza" (Mesneví I, 2928). No hay vino sin prensar las uvas, se dice, ni fruto sin antes haber partido la corteza. Del mismo modo, el derviche quiebra su cuerpo a fin de que el pájaro del espíritu que en él anida emprenda el vuelo. Porque el cuerpo humano es el templo del espíritu. Pero que nadie se lleve a engaño: quebrar el cuerpo nada tiene que ver con mortificación alguna, ni con las ascesis infamantes que atentan contra la integridad de la vida. Advierte categóricamente Rûmî: «Lastimar el cuerpo es ofender a Dios» (M I, 2520). Lo que está en juego aquí es algo bien distinto que tiene que ver con el misterio del cuerpo y del coraje físico para alzarse por encima de sí mismo. Aquí se habla de la aceptación positiva del dolor y de la grandeza que este encierra. En una palabra, aquí se habla de sacrificio. Quebrar el cuerpo es conducirlo al límite de sus posibilidades; y todo cuanto se vive al límite y en el límite posee un valor especial. Más aún, en el límite aflora una poderosa fuerza interior, capaz de obrar lo inusitado. Yukio Mishima decía que existe una innegable ligazón entre el despertar de la consciencia y la prueba del sufrimiento físico, como constatan no pocos ritos iniciáticos y ancestrales artes marciales. Tal es el caso del zûrjâne persa, fuertemente impregnado de valores sufíes, cuyos practicantes, verdaderos atletas del espíritu, se entregan a vigorosos ejercicios físicos que templan sus cuerpos pujantes, emblema de su inquebrantable fe y de sus atributos heroicos, y preludian el renacer del espíritu. Y es que un cuerpo desentrenado, ya sea por abandono o bien por puritanismo religioso, es como un instrumento musical desafinado (...)". 

[Halil Bárcena, Perlas sufíes. Saber y sabor de Mevlânâ Rûmî, Herder, Barcelona, 2015, p. 177].