La montaña y el silencio
"La montaña enseña el silencio. Hace perder la costumbre de las chácharas, de las palabras inútiles, de las inútiles y exuberantes efusiones. Ella simplifica e interioriza. El sigo, la alusión, son aquí más elocuentes que un largo discurso. Esto, naturalmente, en el grado máximo cuando se está empeñado en la escalada, en la travesía, se afirma espontáneamente el estilo militar, el laconismo de la advertencia, del mandato, de la sanción. Pero, desde la fase del ascenso, este estilo se extiende a la vida de montaña en general. Ciertamente, a veces hay decaimientos, especialmente entre los jóvenes de nuestro pueblo, en la algazara y la exuberancia de los refugios. Pero esto no tiene nada que ver con lo esencial, tiene, casi, el valor de una super-compensación y sucede raramente entre los verdaderamente alpinistas, entre los tipos más calificados, para los cuales la montaña es algo más que una aventura esporádica y una emoción pasajera".
[Julius Evola, Meditaciones de las cumbres, Ediciones de Nuevo Arte Thor, Barcelona, 1978, p. 35].
(Ilustración de Ernst Platz).