Montañismo, más que un deporte
"Si en las cumbres hay piedras, viento y soledad, en la ciudad abundan, por antítesis, asfalto, vaho y multitud; casi siempre que hemos alcanzado una cima lo hemos hecho en compañía, pero las raras veces que hemos ascendido solos, no hemos encontrado únicamente la parca cosecha de piedra, viento y soledad. Hemos hallado que estas tres cosas formaban un pedestal, un excelso escalón para que los pigmeos que somos pudieran alzarse un poco, levantarse de puntillas, y contemplar de más cerca la faz inmensa de Dios de la que habla el altísimo poeta Maragall en su Cant espiritual, aunque para verla se necesiten los nuevos ojos que nos da el morir. ¿Puede hablarse de deporte, de actividad física y de competición?".
[José María Villalba Ezcay, Balada de las montañas, Edición del autor, Barcelona, 1967, p. 199].